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La historia de la Suzuki RK67 y sus 14 marchas


En los años 60 Suzuki comenzaba a despuntar fuera de Japón en el mundo de la motocicleta. Uno de sus primeros éxitos fue el Campeonato del Mundo de motos en la categoría de 50 centímetros cúbicos.

A finales de los años 60 empezaba a dominar la categoría, y lo hizo con una de las motos más absolutamente esquizofrénicas que se ha visto en mucho tiempo.

La Suzuki RK67 fue lanzada a los circuitos en 1967, y con ella el piloto alemán Hans-Georg Anscheidt se hizo con el campeonato del mundo en su categoría. Sus compañeros de equipo Yoshimi Katayama y Stuart Graham contribuyeron a que Suzuki se hiciese con el campeonato de constructores en ese mismo año. Pero todo el talento humano de nada habría servido sin una impresionante máquina que lo soportase.

Con el aspecto de una moto mucho más potente a nivel de carenado, la Suzuki

RK67 escondía muchos secretos y era un auténtico portento tecnológico para la época, demostrando el nivel tecnológico de la entonces nueva nación japonesa.

Un chasis tubular y un carenado daban forma a un cuerpo y llaman la atención las estrechísimas ruedas: hay bicicletas con mayor anchura del neumático. Con dos simples frenos de tambor se frenaba el conjunto, cuyo peso era de sólamente 58 kg en vacío. Las cifras empiezan a marearme. El depósito de combustible tenía poca capacidad, algo menos de 10 litros, y su forma alargada contribuía a mantener bajo el centro de gravedad. El piloto iba sentado muy atrás, en un asiento minúsculo que le obligaba a tumbarse sobre los controles, en una postura de pilotaje muy icónica en el imaginario colectivo de la época.

Lo más impresionante era el motor que vivía bajo el carenado. Se trataba de un bicilíndrico en paralelo de sólo 50 cc. ¿50 cc por cilindro? No, 50 cc en total. Pistones en miniatura – el bloque ocupaba poco más que el tamaño de una mano – que giraban a un régimen cercano a las 20.000 rpm, con un ciclo de dos tiempos, como no. La potencia máxima de este motor era de unos impresionantes 17,5 CV, desarrollados casi en la zona roja, que comenzaba en las 17.300 rpm. Su sonido era similar al de un enjambre de abejas enfadadas.

También hay que tener en cuenta otro impresionante detalle. La caja de cambios tenía 14 marchas. En una era en la que una caja CVT no existía, habría sido lo más adecuado para un motor de estas características.

Su zona de potencia máxima y par máximo era una franja de apenas 500 rpm, por lo que se necesitaban muchas relaciones para a cualquier velocidad estar en la zona idónea del motor. Una auténtica obra de arte que permitía a la moto alcanzar una velocidad máxima de 176 km/h.

"Una obra de arte más que de ingeniería".

Fuente: diariomotor.

 
 
 

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