El complejo mantenimiento de un Bugatti.
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Aunque en los autos más modernos haya tareas básicas de mantenimiento que se han complicado cada vez más, al menos para un propietario manitas con un juego de herramientas, y sin el instrumental de un taller, en general, cualquier coche ha sido pensado para que tareas como un cambio de aceite o de filtros sea relativamente sencillo.
En un Bugatti la máxima prioridad de los ingenieros era crear un deportivo eficaz, con unas prestaciones soberbias. De manera que, entre las manos de un mecánico, y los depósitos de aceite, o los filtros, se interponen multitud de elementos aerodinámicos, y piezas de fibra de carbono de los paneles de la carrocería, que han de retirarse cuidadosamente.
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Mención aparte requieren los circuitos de aceite. A diferencia de cualquier otro auto, e incluso cualquier otro superdeportivo, el Bugatti Veyron emplea un complejo sistema de refrigeración que está dividido en varios circuitos independientes y en el que cualquier espacio es susceptible de ser aprovechado para instalar un radiador.
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Un Bugatti Veyron cuenta con al menos tres radiadores frontales, tres intercambiadores sobre el motor, y radiadores independientes para transmisión y diferencial central. Dicen que, en el proceso de desarrollo del Bugatti Veyron, las mulas y prototipos iniciales vieron cómo sus aletas traseras iban creciendo más y más para acoger radiadores cada vez más grandes, lo suficiente para mantener la temperatura de la mecánica y alcanzar las prestaciones deseadas.
Fuente: Diariomotor.
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