Crash test: por qué es cada vez más difícil conseguir 5 estrellas.
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Los test de seguridad de los vehículos, conocidos como crash test, son pruebas clave para garantizar que lo que vamos a comprar al concesionario va a proteger a nuestra familia, y a nosotros mismos. En ellos se miden las deformaciones de las diferentes estructuras de los coches en distintas situaciones, y dentro de esos coches de pruebas se acomodan crash test dummies cada vez más sofisticados (y ahora también, más gorditos) para simular lo mejor posible el cuerpo humano (y sus inercias) y proporcionar datos útiles sobre cómo llegan las diferentes fuerzas a las distintas partes de nuestro cuerpo.
La cuestión es que durante los últimos 20 años los test más conocidos (EuroNCAP), se han hecho muy populares y han contribuido a mantener elevado el listón de la seguridad por parte de los fabricantes. Al ser tests muy conocidos entre el público, en cierto modo obligan a los fabricantes a dar el máximo en cuestiones de diseño orientado a la seguridad. Esto se ha visto traducido en coches modernos mil veces más seguros que sus equivalentes, tanto en segmento como en motorización, de hace 20 años.
Pero cada vez son más difíciles de satisfacer, y cada año se hace más complicado llegar a conseguir las 5 estrellas (como el Ford Edge) que otorgan la categoría de “coche muy seguro”, lo cual da pie a que más consumidores se fijen en dicho modelo, y por tanto la puntuación final influye mucho en el mercado: un coche con una o dos estrellas puede despedirse de conseguir buenas ventas, al menos en los segmentos más populares.
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¿Qué se prueba y por qué son tan “caras” las 5 estrellas?
En las pruebas Euro NCAP se ponen en evidencia muchos frentes de seguridad en el coche. Desde siempre se ha probado de forma exhaustiva la seguridad pasiva, incidiendo sobre todo en la capacidad de la estructura del coche para absorber las fuerzas que se originan en una colisión, y evitar que lleguen al conductor y ocupantes. Al menos, que lleguen fuerzas asumibles para el cuerpo y que se minimicen las lesiones.
Cuando estos test comenzaron, se decía que pedían “imposibles”, que no eran realistas y se rechazaba participar en ellos. A base de persistencia, hoy son un referente y las marcas compiten por conseguir los mejores resultados, además de servir de ejemplo para otros continentes. Algunas de las pruebas más interesantes y conocidas son, por ejemplo:
Impactos, tanto el frontal (a 64 km/h contra barrera fija y un solapamiento del 40%), el impacto lateral contra una barrera móvil a 50 km/h (simulando una colisión entre vehículos), o el impacto lateral de un mástil de 25 centímetros de diámetro a 29 km/h.
Análisis de daños por latigazo cervical, por ejemplo cuando sufrimos una colisión por alcance en un semáforo.
Pruebas de protección para los niños, y pruebas de seguridad de las sillas infantiles.
Pruebas para la protección de peatones.
Estas pruebas mejoran con los años, pero la diferencia fundamental es que ahora, en el presente, no solo se estudia la seguridad pasiva sino también la seguridad activa: todos los sistemas de seguridad que predicen una colisión y que toman partido en tratar de evitarla y salvar a los ocupantes, pasan por el filtro de los nuevos tests. De manera específica, hoy en día se valora muchísimo cualquier tecnología de detección de peatones dirigida minimizar las probabilidades de atropello. Y por ejemplo, un coche sin la frenada automática pre-colisión no puede obtener cinco estrellas.
Las pruebas EuroNCAP seguirán mejorando y probando más y más sistemas, poniendo más difícil destacar y llegar a la excelencia y, de paso, preparando el camino para las pruebas de coches autónomos, que serán, sin duda, implacables.
Fuente: Diariomotor / Ford.
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